En un golpe de efecto de impredecibles consecuencias para el futuro de Oriente Próximo, Israel anunció el jueves un acuerdo con Emiratos Árabes Unidos (EAU) para sellar la paz y establecer relaciones diplomáticas.
El giro geoestratégico, sin precedentes en un cuarto de siglo, se ha alcanzado con la mediación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien fue el primero en hacerlo público en la Casa Blanca y lo saludó como “un acuerdo histórico de paz entre dos grandes amigos de EE UU”.
A cambio de lograr la normalización de lazos con un tercer Estado del mundo árabe —después de Egipto (1979) y Jordania (1994)—, Israel acepta suspender la anexión parcial de Cisjordania prevista en el plan de paz de Trump presentado en Washington el pasado enero.
«Traición», «división», «agotamiento», son las tres palabras que vuelven a oírse en las calles de Gaza al día siguiente del acuerdo de normalización de relaciones entre Israel y Emiratos Árabes Unidos.
Una onda expansiva sacudió Oriente Medio el jueves, cuando el presidente estadounidense Donald Trump anunció inesperadamente este acuerdo entre Israel y Emiratos, el tercero de Israel con un país árabe tras Egipto en 1979 y Jordania en 1994.
Mientras el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, lo celebra, los palestinos, desde el Fatah laico de Mahmud Abas a los islamistas de Hamas, solo tienen una palabra en la boca: “traición”.
Emiratos habría, según ellos, sacrificado la causa palestina en beneficio de nuevas relaciones comerciales con Israel.
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