Santiago Lara, un joven de La Plata que asegura ser hijo de Diego Maradona, pidió a la Justicia que se realice la exhumación del cuerpo de manera «urgente» para poder continuar con la causa de filiación.
Lara presentó un recurso en la Justicia. Pide la exhumación de los restos del astro con el fin de comprobar si es su padre. A través de su abogado, José Núñez, solicitó la extracción de una muestra de ADN que le permita conocer su identidad.
El caso de Santiago llegó a los medios en noviembre de 2014 cuando su familia retomó un juicio de filiación en los Tribunales platenses. Hasta entonces, con 13 años, tenía una certeza absoluta sobre lo que parecía una obviedad: su padre era Marcelo Lara. Pero un día cualquiera, cumpliendo con los mandados ordenados por su abuela, pasó por un kiosco para comprar el diario y en la tapa de una revista vio dos fotos: arriba estaba la cara del ídolo y abajo una suya, pixelada, tomada de su cuenta personal en Facebook. “El supuesto hijo de Maradona”, leyó en el título. Y quedó consternado.
Volvió corriendo a su casa y primero habló con su abuela, quien se enojó por la manera en la que su nieto se había enterado. Furiosa, la mujer lo llamó a Lara. Y Santiago se sentó con los dos: necesitaba que alguien le diera una explicación, una respuesta que lo sacara del desconcierto de un interrogante que acababa de inaugurar. La encontró en las palabras de quien suponía que era su papá.
El hombre le contó entonces que en 2005 Natalia Garat sabía que el cáncer de pulmón la iba a derrotar más temprano que tarde. No, no, en rigor, demasiado temprano: tenía solo 23 años. Y por eso necesitaba cerrar una historia, una herida. O abrir un secreto, descubrir una verdad; vaya uno a saber. Lo cierto es que llamó a su pareja para contarle que Santiago -por aquel entonces de cuatro años- no era hijo suyo sino de Maradona, a quien había conocido en un encuentro ocasional durante la breve etapa en la que trabajó como modelo. Y le rogó que, pese a esa revelación, lo criara como venía haciéndolo, y sin decirle nada al respecto hasta que cumpliera 15 años. Marcelo aceptó. Una semana después Natalia murió. Nueve años más tarde, la foto de esa tapa precipitaría sus planes.
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