Medidas drásticas en las masificadas cárceles de El Salvador para frenar la ola de homicidios que registra el país, con 58 asesinatos durante el último fin de semana. Una cifra muy superior a los índices registrados desde que el presidente, Nayib Bukele, llegó al poder en junio del año pasado.
Un situación que el Gobierno salvadoreño atribuye a las órdenes que dan las pandillas, las conocidas como maras, desde el interior de las prisiones. Una de las decisiones ha sido sellar con planchas metálicas las celdas de todos los pandilleros. Además, han mezclado a miembros de grupos rivales.
«Y no van a ver ningún rayo del sol, va a pasar en encierro total veinticuatro horas al día en los siete penales de seguridad y de máxima (seguridad) que existen en este país, no vamos a permitir que sigan elaborando manuscritos ni que sigan saliendo órdenes desde los penales», ha dicho el viceministro de Justicia y director general de Centros Penales, Osiris Luna.
Luna ha defendido la legalidad y la necesidad de estas medidas. Sin embargo, las oenegés salvadoreñas han advertido del riesgo de estas decisiones, que podrían provocar “amotinamientos o asesinatos selectivos o colectivos”. Actualmente las maras salvadoreñas tienen unos 70.000 miembros de los que más de 17.000 están en prisión.
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