“Hoy es un día duro”, dijo el jueves Kenneth McKenzie, jefe del Comando Central de Estados Unidos a cargo de Afganistán en una rueda de prensa en la sede del Departamento de Defensa en la que intervino telemáticamente.
Estados Unidos prometió represalias por el atentado mortal en el aeropuerto de Kabul, del que culpó a “dos atacantes suicidas” considerados combatientes del grupo yihadista Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). ISIS-K se adjudicó el atentado en un comunicado.
“Estamos trabajando muy duro en este momento para determinar quién está asociado con este cobarde ataque, y estamos preparados para tomar medidas contra ellos”, dijo McKenzie.
Añadió que las fuerzas estadounidenses están “preparadas y listas para defenderse” de posibles nuevos ataques del Estado Islámico.
El general dijo que dos atacantes suicidas habían detonado explosivos cerca de Abbey Gate, la puerta principal de ingreso al aeropuerto de Kabul, y en el cercano Baron Hotel. Además, varios hombres armados del ISIS abrieron fuego contra civiles y fuerzas militares.
La rama afgana del Estado Islámico (ISIS), que se autodenomina Estado de Khorasán (ISIS-K), se adjudicó los atentados suicidas en los que han muerto decenas de personas, entre ellos al menos doce soldados de Estados Unidos.
Según McKenzie, 12 militares estadounidenses murieron y 15 resultaron heridos. “Varios civiles afganos también murieron y resultaron heridos en el atentado”, dijo. Fuentes locales calculan que un total de 60 personas murieron.
El general dijo también que existen amenazas activas sobre el aeropuerto, y habló de un posible ataque con cohetes a un atentado con coche bomba.
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