Daniel Ortega, el caudillo sandinista de 76 años se prepara para celebrar la caída de la dictadura de Anastasio Somoza de Bayle. Irónicamente, los sandinistas celebrarán el 43 aniversario de ese hecho histórico; defendiendo una nueva dictadura señalada de crímenes de lesa humanidad, corrupción y vínculos con el narcotráfico internacional.
La “celebración” tendrá lugar en la Plaza de la Revolución; donde en años anteriores se congregaban miles de sandinistas. Hoy, un grupo reducido de personas, entre ellos militares y agentes de la policía sancionada por Estados Unidos, acompañarán al dictador Ortega junto a su esposa Rosario Murillo; en una actividad que se ha convertido en un centro de adulaciones para la pareja dictatorial.
Ortega Murillo, tras el estallido social y político en abril del año 2018 que dejó a más de 350 personas asesinadas, decenas de miles de exiliados y miles de heridos; ha reducido sus apariciones masivas.
El analista político exiliado en Costa Rica, Enríque Sáenz expresó que “Ortega dejó plazas y calles, y hasta su acostumbrado baño de masas del 19 de julio por una razón muy sencilla: Sabe muy bien que la inmensa mayoría del pueblo le adversa y que sus mismos seguidores ya no son lo que eran: Tiene terror a estar cerca de la gente”.
En el marco de esta celebración, la Comisión Internacional por la Vida y la Libertad de las personas presas políticas en Nicaragua de tendencia izquierda, acusó a Daniel Ortega y Rosario Murillo de “imponer una dictadura que reprime, persigue, mata y espía, en defensa de su propia impunidad y, sobre todo, de millonarios negocios”.
“Ustedes no son ni de izquierda, ni antiimperialistas, ni socialistas. Son burgueses enriquecidos, son un sultanato decadente que, sin el monopolio de las armas, no son nada”, enfatizaron en una carta abierta para la dictadura sandinista en Managua.
A esta fecha, el régimen mantiene detenidos ilegalmente a más de 180 presos políticos, entre ellos, excompañeros en armas como Dora María Téllez quien se encuentra en condiciones críticas de salud y a Hugo Tórrez, quien falleció a inicios del año debido a complicaciones de salud; ante la negativa del régimen sandinista en brindar atención médica a los presos políticos.
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