La polémica por el plan promovido desde el Gobierno chino para corregir lo que consideran una feminización de su población masculina más joven ha generado cierto debate. A un lado, quienes están a favor de hacer algo contra lo que consideran un problema. Al otro, quienes, por el contrario, han volcado sus críticas contra el sexismo de tal apreciación.
Todo comenzó con un aviso publicado por el Ministerio de Educación de China con una “propuesta para prevenir la feminización de los adolescentes varones”. Esta, se detallaba, consistía en promover en los centros educativos la toma de medidas para dar una vuelta a su oferta en deportes y educación física con el objetivo de potenciar la creación de deportistas. Para ello, animaban en su texto a las escuelas a reforzar el claustro de profesores con la contratación de deportistas jubilados o personas con una fuerte vinculación al deporte.
La idea sería contratar a maestros con este perfil para “desarrollar vigorosamente” deportes que sirvan –aquí el fútbol es una prioridad– para “cultivar la masculinidad de los estudiantes”. Según publica la BBC, el presidente Xi Jinping es un gran aficionado al fútbol y lleva tiempo intentando fomentarlo en el país en busca de convertirse en una “superpotencia mundial del fútbol” con la vista puesta en 2050.
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